Arteramente,
el piso se hunde palmo a palmo,
rendido de pronto a su propio cansancio.
Pero no, no es el piso:
los pies se hunden palmo a palmo,
simuladas raíces andariegas
que no pueden continuar simulando.
Pero no, no son los pies:
el pensamiento se hunde palmo a palmo,
en busca de un espacio mayor,
de un cuerpo que de veras lo contenga.
Pero no, tampoco es el pensamiento:
la realidad se hunde palmo a palmo,
la realidad que ya no se conforma
con ser nada más que realidad
Roberto Juarroz
lunes, 7 de enero de 2008
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