lunes, 17 de diciembre de 2007
Rumbo al cielo
porque tiene ganas de ir al baño,
porque la señorita no se da cuenta,
porque sí.
Va a cruzar el patio, invisible,
va a atravesar todas las miradas,
va a dejar atrás cada baldosa.
Entonces va a salir de la escuela sin miedo,
sin que nadie lo vea,
y una vez afuera va a respirar un aire que huele a jazmín.
Va a caminar la vereda sin darse cuenta,
va a olvidar las esquinas,
va a caminar y caminar.
Y en un momento va a pasar por la puerta de su propia casa,
va a seguir de largo sin más,
va a cerrar los ojos para seguir.
Cuando sus piernas lo digan va a empezar a correr,
correr entre la gente,
correr sin remedio,
correr,
correr.
Y entonces se va a dar cuenta que no importa hacia dónde va.
Se va a dar cuenta que no importa cuánto camino recorrió.
Se va a dar cuenta que lo que importa es escapar.
Y entre ese pensamiento y el cielo no va a haber nada.
Y el cielo queda a dos segundos de él.
domingo, 9 de diciembre de 2007
Dos segundos
y entonces habremos de correr en loca carrera, para alejarnos de un miedo que hace temblar los pies, las manos, los ojos y las pupilas que las habitan. Un miedo que muestra los dientes mientras puede, pero que se achica y se recluye cuando se lo amenaza con los puños apretados.
porque el loco saltará al vacío en cuanto pueda, con una lágrima abrazándolo, y en ese mismo momento se sabrá vencedor. Y cuando se sepa vencedor seguirá rumbo al abismo, rumbo a un abismo que no debería haber estado ahí. Pero está, y entonces ¿cómo evitarlo, cómo no mirarlo a los ojos, cómo no querer pedirle la mano y dejarle dibujado un beso? ¿Cómo no escuchar su canto dulce, cómo no leer su voz, cómo no soñar una y otra vez con ese abismo? Un abismo que sólo parecerá profundo visto desde abajo. Un abismo que se ríe del miedo y lo mete en un cajón. Un abismo al que no habrá loco que se resista. No éste loco.
y entonces habremos de saber que la locura es viento, y que el viento no se deja frenar por nada en el mundo. Que el viento se deja llevar y derriba todas las vallas, las que se ven y las que no, las que se intuyen y las que simplemente están ahí porque sí.
porque no hay vallas que contengan a un viento que quiere dejarse caer en el vacío.
y allá va el viento. Va sin rumbo, sin norte, sin miedo. Va con los ojos cerrados. Ciego. Va como quien sabe que no hay vuelta atrás.-